Como sobreviví a mi propio divorcio

La verdad es que cuando tu pareja te dice que quiere el divorcio, lo primero que se piensa es “yo esto ya me lo veía venir”. No nos engañemos: conocemos perfectamente lo que está pensando la persona que tenemos durmiendo a nuestro lado, otra cosa es que no lo queramos creer y miremos para otro lado.

            Así pues mi primer fallo fue no hacer caso de mi propia intuición, mientras mi ex consultaba a un abogado y hacía sus propios planes con respecto a la guardia y custodia, descendencia, vivienda, etc. Me debería haber informado -como si hizo ella- de todas las posibilidades y salidas: divorcio contencioso o de mutuo acuerdo, posibilidad real de obtener la custodia compartida, etc.

            Por suerte yo ya había hecho mis propios deberes desde hacía tiempo: practicamente desde que nació el hijo común del matrimonio me había hecho cargo de muchas tareas como de la guardería, la adaptación al colegio, las visitas a la pediatra, etc. Es decir: si somos personas mínimente implicadas y diligentes, iremos dejando un rastro de documentos que después podremos presentar a juicio para acreditar que hemos cumplido nuestra parte: compra de ropa, matrículas, compra de material escolar, pago de guarderías, etc. 

            Pero el problema siguiente que me encontré es que ella tenía abogado y yo no. Por mucho que uno intente defenderse solo o apoyarse en un especialista en derecho de familia común para los dos, no va a conseguir más que un convenio regulador de divorcio muy perjudicial para nuestros intereses. Además la presión que me metieron entre ambos fue absolutamente demoledora: había críado a medias a la niña y ahora me ofrecían verla cada quince días y el mundo se me vino abajo. No me duelen prendas en decir que necesité acudir a un psicologo, el cual me preguntó si había llorado delante de ella a lo que respondí afirmativamente. Entonces me dijo la frase que me cambió la vida:

- ¿Qué tal te va en los juicios? 

-Mejor que nunca.

-¿y como les hablas a los jueces? 

-Con seriedad, respeto y firmeza.

-Pues ya sabes. Ponte la toga en casa

-¿Cómo?

-Deberías hablar a tu ex mujer con seriedad, respeto y firmeza. No te garantizo que volvaís pero si que te volverá a tratar adecuadamente, que vas a poder enfrentarte a tu divorcio y que se te va a quitar esa ansiedad tan grande que tienes.

            Y así fue como finalmente contesté a su demanda con otra aún mas firme y contundente, pidiendo la vivienda, la guardia y custodia y la pensión de alimentos a cargo de mi ex, con el único propósito de que dejaran de amedrentarme y sentarnos a negociar un convenio de mutuo acuerdo con custodia compartida. 

            La conseguí hace justo ahora dos años y un mes, empecé de cero y estoy a punto de terminar mi primer libro sobre esta clase de conflictos, y todo gracias a: la información, la preparación, la consulta a otros abogados y el uso de técnicas de negociación capaces de neutralizar el chantaje emocional, tan típico en las disoluciones matrimoniales o de parejas de hecho. No se puede estar a “verlas venir” como decimos los gallegos ni dejar de pedir ayuda profesional, porque los errores en un divorcio o separación se pagan toda la vida.